El vientre de la ballena
Una fantasía, un antojo y un elogio masivo. Un emblema monstruoso al que la naturaleza le a jugado ya varias pasadas...no se si es que está construido "contra natura" o es que es como una ballena que navega sin rumbo ninguno.
Más bien soso, con decoración figurativa de su autor, Santiago Calatrava, y con una acústica sin especial relieve, el nuevo Auditorio integrado en el Palau de les Arts de Valencia -todavía falta por abrirse otra sala dentro de él,
El vestíbulo es un jardincillo difícilmente practicable y los guardarropas están, como quien dice, en la calle. Pero se trata, no lo olvidemos, del emblema de la modernidad y del gusto de quienes mandan y su conjuro es más poderoso que el de la propia música. Tan es así que al público que asistió -frío de solemnidad- el sábado a la inauguración del susodicho auditorio lo que menos parecía importarle era aquélla. Tienen un orquestón y miraban para otro lado, han contratado por un ojo de la cara a un maestro -Lorin Maazel- que cuando quiere sigue siendo único y parecía traerles al fresco. Así que daba un poco de apuro ver al divo de la batuta -77 años y hecho un chaval- pedir el aplauso al final del concierto como un novillerete en etapa de meritoriaje. Es lo que tiene que la política ande tan mezclada con el arte: que al final no se sabe de quién es la culpa ni de lo bueno ni de lo malo.
Pero la verdad del cuento fue también que probablemente no escucharemos nunca en nuestros días en este bajo mundo una versión mejor de la obertura La consagración del hogar de Beethoven, música anodina tocada divinamente. Ni que todos los días tendremos la suerte de toparnos con el Maazel imaginativo, rapsódico, atrevido y fantasioso que firmó unas Noches en los jardines de España que igual podían no parecer de recibo que embaucar al oyente dispuesto con un perfume insólito. Uno se apunta a la segunda impresión. De la libertad surgió el embrujo y tanto el director como el pianista, Javier Perianes, se gustaron tanto, se dejaron ir de tal manera, que quien quiso apuntarse al viaje no lo lamentará. Perianes, después de esto, puede considerarse miembro del club exclusivo de los que hacen que este Falla sea lo que es.
La quintaesencia romántica que exhala
viene de El Pais
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