La cultura del fraude - Fernando Castro Flórez
Me quedé corto en mis previsiones con respecto al inicio veneciano del Grand Tour. La peor de las bienales que he podido ver entregaba dosis elevadísimas de aburrimiento y academicismo. Aunque pensé que era una fraude total, lo que me decepcionaba no era la presunta «calidad museística» de las obras, como tuve que escuchar de labios de ciertos acólitos, sino la falta total de orden y concierto, la necesidad de imponer a machamartillo un canon sin asumir riesgos ni hacer otra cosa que aclamar lo que ya está desde hace años entronizado. Si Storr ha cumplido su proyecto de montar un «Salón» de convencionalismos y bautismos étnicos (resulta especialmente chocante que pretendan redimirle por incluir un presunto «Pabellón Africano» que es una colección privada de un millonario de aquellos dominios que, para más sorpresa, se dedica a restaurar la Academia veneciana), favoreciendo las bodas de la papanatería y el cinismo, los pabellones todavía nacionales eran la cima de lo lamentable. La palabra «fraude» se queda corta a la hora de calificar la impostura pictórica de Tracey Emin y, en el caso español, lo de «paraíso fragmentado» era el puro y simple sinsentido, un verdadero patinazo curatorial en el que se mezclaba lo acaso gracioso con actitudes pretenciosas o completas nulidades. Aunque los abrazos se administraron a diestro y siniestro, la indignación ante el déjà vu y lo banal fue en aumento.
Escogido de ::salonkritik::
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1 comentario:
joer, vaya actividad q llevas, no paras de postear. He echao un vistazo por encima pero tengo que volver con mas calma.
un abrazo Alfon.
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